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Doncellas de Jerusalén, yo les ruego,
que no despierten a mi amada,
¡que no interrumpan su sueño,
mientras ella se complazca en dormir!

El poder del amor

¿Quién es ésta, que por el desierto
viene recostada en el hombro de su amado?

Bajo un manzano te desperté;
Fue allí donde tu madre
tuvo dolores y te dio a luz.

Ponme como un sello sobre tu corazón;
ponme como una marca sobre tu brazo.
Inquebrantable como la muerte es el amor;
inflexibles como el sepulcro son los celos.
¡Candentes brasas son, candente fuego!

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